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LOS DESCENSOS EN LA VIDA

Descensos, la gran mayoría de los clubes los ha sufrido, sólo unos pocos no han pasado por esa trágica etapa deportiva, en Argentina, uno solo, Boca Juniors.


Yo me pregunto, en la vida, ¿Cuándo sentimos que descendimos? ¿Cuando nos damos cuenta de que estamos en la B? ¿Ascendemos después? ¿Cuánto tardamos en ascender a primera? ¿Seremos como Ferro que nunca asciende? ¿O tendremos un año miserable como River Plate en 2011? ¿Existe la resurrección tanto deportiva como en la vida? ¿Cuáles son las causas de esto? ¿Que desencadena tal crisis? ¿Qué hacemos con las medidas drásticas de la vida? Todos estos interrogantes conforman parte de lo vivido el día de hoy, resuenan en mi inconsciente en experiencias propias y no tan propias pero que sirven para reflexionar y promulgar cierta praxis.


Los descensos comienzan a raíz de una mala racha, una/s mala/s temporada/s, encontronazos con deudas económicas, un club muchas veces se encuentra casi fundido, como aquel 3 de marzo de 1998 cuando Racing Club de Avellaneda se declara inexistente y en bancarrota o puede acarrear un cambio de dirección en la conducción política que termina en la muerte futbolística definitiva, como en el caso del Club Atlético Independiente en el año 2013.




En la vida también hay descensos pero muchas veces no vemos que tan clara es la situación para poder prevenirlo, otras sí, por eso necesitamos de ayuda profesional experta en salud mental, un tema tabú en nuestra cultura. Pueden comenzar en la niñez, con alguna secuencia traumática que le deja secuelas a la persona sin darse cuenta, en mínimas cosas que hasta podrían pasar desapercibidas por intrascendentes. Otras no, son tan latentes que nos afectan hasta la adultez e incluso la vejez, como los traumas en la adolescencia. Por experiencia propia puedo atestiguar de que muchísimas inseguridades y dolores que no fueron resueltos,se transfieren a la vida adulta, incluso invisibilizando el dolor y sufrimiento de otrxs por encontrarse tan encerradx en el dolor propio, desafortunadamente nos olvidamos del dolor ajeno y nuestra mente nos cierra la posibilidad de ayudar a quienes queremos.


Vivimos en una cultura en la cual la salud mental es completamente subestimada, incluso en plena pandemia, momento en el cual debería ser la prioridad número uno. Se invisibiliza la depresión e incluso se romantiza y se desinforma. Muchxs utilizan un hobbie como forma de escapismo de su propia realidad dado a las sobreexigencias, presiones, estrés, trastornos alimenticios, etc. Otrxs camuflan todo lo anterior con logros académicos que pretenden esconder el dolor para evitar pasarlo. No se comprende a nivel general, como la enfermedad más relevante a tratar, la que en distintas medidas, nos afecta a todxs en algún momento de nuestras vidas, tocar fondo es nuestro descenso.



Los estadios se queman, la gente se enoja y llora pero no siempre se trata de situaciones trágicas y extremas, muchas veces “tocar fondo” significa no sentirse unx mismx, no disfrutar lo que antes nos hacía feliz o simplemente que el esfuerzo puesto en algo no da frutos, puede ser un trabajo, una final (como la llamada “muerte futbolística” de Boca en Madrid) o algo muchísimo más profundo pero no me concierne en la materia.Los estigmas respetando la salud mental están en todos los ambientes de la vida, en unos más latentes que otros. En el fútbol, se procura explotar económicamente cada centavo que produce el jugador, privilegian la salud física y no la mental, tampoco entiende que la salud física es mental. A muchxs nos pasa lo mismo, nuevamente reitero, en distintos grados.



Como puede ser que un mito, una leyenda muera completamente solo sabiendo que es amado por casi todo el universo?La plata, los lujos, lxs amigxs, la familia y “la vida perfecta” indican el quiebre del inicio del descenso? En muchos casos sí, es el caso del Morro García o el de Mirko Šarić. Lo importante no es lo que tenés, sino qué haces con lo que tenés y primordialmente, cómo te sentís con ello. Humanizamos y deshumanizamos constantemente, tanto a los futbolistas como a cualquier persona que sufra de depresión. Puesto en palabras de Sebastián Dominguez “La salud mental NO distingue posiciones en la cancha, ni se compra con guita, prestigio o reconocimiento”.


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