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A WORK IN PROGRESS

San Isidro 31 de Agosto de 2020

A la futura Traductora/Doctora/Periodista Azul Courrèges Giralt

De mí, para mí

Josefina María Azul Courrèges Giralt, titular del DNI: 42279658, con domicilio en azul.courreges16@gmail.com; en mi carácter de alumna regular de la cátedra del Taller de Edición, comisión 2.

Me presento y digo:

A WORK IN PROGRESS: CON LOS TACOS A TIERRA


Multifacética, perseverante, estudiosa y con los tacos bien a tierra. Esta es mi historia.


Todo comienza un 28 de Octubre del año 1999. Mi fecha de natalicio. Siempre creí que nací vieja, que no encajaba con el resto de la gente de mi edad, como que me faltaba algo. Mis gustos son muy particulares, siempre lo fueron. Empezando por mis gustos musicales. Me la pasaba escuchando desde música clásica hasta One Direction o New Kids on the Block, Queen, Aerosmith, etc. Paso de un extremo a otro. Me visto de forma muy formal para mi edad. Predominan los colores blanco, negro y colores pasteles en mi guardarropa. Siempre con tacos. Minimalista y chic, pero también con un toque Ivy League, al más puro estilo Ralph Lauren, es la definición que más se acerca a mi estilo ¡el total White es mi adicción! (creo que por eso siempre me quise casar con un polista o un príncipe inglés)


Sé lo que quiero y cómo lo quiero, aunque muchos les suene un poco de egocéntrica y egoísta. Tengo mis gustos determinados, tanto en música, como en ropa, como en el fútbol, como en hombres -siendo Olivier Giroud el dueño de mis estándares altos- por eso mismo creo que soy muy pensante y lucho por lo que me interesa. Dicen que soy demasiado exquisita en todo y que ningún hombre me va a querer. Pero no entienden que yo no busco eso, busco ser la mejor versión de mí, ¡si llega a aparecer un príncipe inglés del estilo de Louis Spencer o David Beckham en el camino, mejor! Pero toda la vida a nosotras las mujeres nos llenaron la cabeza con eso, con casarse y tener hijos. Nada más alejado de mi realidad y mis metas. Anhelo a hacer todo lo que quiera y me proponga, por eso me mato estudiando. Todos piensan que soy egocéntrica por ser muy ambiciosa y no es así, confunden el amor propio con el ego. Toda mi vida me tiré abajo porque decían que no podía hacer nada, sin embargo desde chica siempre hice de todo. Empecé siendo modista, modelo part time y productora de moda. Mi adicción por la revista Vogue hizo que me adentre en el mundo de la moda desde muy chica. Siempre amé escribir, sólo que nunca logré despegarme de mis inseguridades, incluso hoy en día me cuesta canalizarlo, pero ahí es donde empieza todo.



Fue el fútbol lo que hizo que mi vida diera un giro de 360 grados. Tras enfrentar una gran depresión a raíz de estas inseguridades, durante mi adolescencia, sentía que mi vida no tenía sentido, no tenía un rumbo alguno, si bien estudiaba y hacia lo que quería, me rodeaban mi familia y mis amigos, había un vacío que no lo llenaba nada. Ni siquiera la moda, un factor predominante en mi vida.

Long story short, una noche en la casa de mi abuela, me cruzé con un partido amistoso de la selección argentina, previo a la Copa del Mundo, en lo que podría llamarse uno de los peores días que tuve en los últimos años. Ese día sufrí un robo y rendí mi primer examen de la facultad, sola, por primera vez, en Capital Federal. Previo al robo sentí un ataque de ansiedad que más tarde se trasladó a un ataque de pánico, me sentía peor que Howard Hughes en la película “El Aviador”. Con un nudo en la garganta, un dolor punzante en el pecho, hiperventilando y llorando sola en el subte sin saber qué hacer y sin tener forma de comunicarme porque me habían robado el celular. No me lo olvido nunca mas, estaba asustadisima, me amenzaron con un arma de fuego en plena calle a las 8 de la mañana.Con la presión baja y una angustia y estrés que venía acumulando desde hace años, rompo en llanto una vez más. Fue una acumulación de cosas. Tenía las manos y la espalda transpiradas-algo que nunca me pasa- el miedo me agobiaba en ese momento, me sentía súper mareada. Ese día, sin ninguna ni advertencia, un sentimiento de terrible ansiedad se me vino encima. Sentí que no podía respirar, por mucho que inhalaba. Mi corazón palpitaba y parecía que quería salirse de mi pecho, pensé que podría morir y realmente quería morir. Fue una sensación horrorosa que se repite muy seguido en mí día a día. Sentía como si no tuviera control- cosa que odio- sobre estos sentimientos y como si me estuviera ahogando y no pudiera pensar claramente. Después de lo que pareció una eternidad, mi respiración se desaceleró y finalmente dejé de lado el miedo y mis pensamientos apremiantes, pero estaba totalmente agotada y acabada. Estos ataques comenzaron a ocurrir cada una o dos semanas, y pensé que me estaba volviendo loca.

No todo estaba perdido, tenía plata. Poca, pero tenía en mi poder la Sube que había atesorado como si fuese una cadenita de Tiffany. Perdida, pero con la esperanza de que me encontraba con una ex compañera del colegio que venía de rendir antes y habíamos quedado en cruzarnos, de casualidad, para volvernos juntas. Fue horrible porque las noches previas a eso se llenaron de insomnio, flashbacks horrendos de feas vivencias y reviendo el dolor de familiares y amigos que habían fallecido muy recientemente, demasiado reciente y de forma muy dolorosa. Es por eso que soy tan sensible, pienso todo y quiero ayudar pero no puedo porque “no sirvo para nada”. Sin embargo esa noche, prendí el televisor y me quedé mirando ese partido, en esa cancha tan mágica y que le tengo tanto amor. Era un amistoso de la selección contra Haití en la Bombonera, en el hogar de ese club de mis amores, el que me saca el estrés o me lo aumenta dependiendo de cómo jueguen, de cuantos pases erran, de cuántos goles meten, el dueño de mi estabilidad emocional, pero sobretodo, el hecho de gritar un gol fue lo que hizo que yo me sintiera plena y feliz, “stress free”. Suena muy poético y casi mágico pero fue muy real y lo sentí así.

Volví a mis días del Mundial 2014, cuando veía los partidos a escondidas porque ni mi familia ni mis amigos ni nadie en el colegio quería que yo esté en el tema. Porque “sos mujer y muy femenina, no te tiene que gustar un deporte de hombres”. Aproveché todos los domingos en los que mi papá veía a Boca y mis hermanos miraban fútbol europeo, al máximo, pero siempre me dejaron de lado. Lo mismo en el colegio, donde había profesores que decían que ‘desperdiciaba mi tiempo y lo tenía que invertir en otro hobbie mas para mí”, o los varones en el colegio que decían que veía y hablaba de fútbol porque “me creía original”, ni hablar de la poco sororidad entre mujeres cuando pensaban que lo hacía no por el amor al deporte sino porque “le atraía” a los varones. Nunca más errado. A mis amigas y amigos del colegio nunca les molestó que hable desmedidamente de Bilardo pero creo que los cansaba y por eso me lo reprimía, porque no podía ser del todo yo. Pero un día me cansé y no dejé que esas represiones en mi inconsciente afecten mis metas y gustos.

Quería ser Victoria Ocampo desde los quince años. Viviendo seis meses en Buenos Aires y seis meses en París- otra de mis miles de metas, París-. Siendo traductora, cubriendo a Boca o algún club europeo alrededor del mundo o viajando y ganando el mayor conocimiento posible. O en su defecto ser como Tyra Banks, ¡así de multifacética o más! Mientras que el resto creía que yo era rara y que no podía escuchar música de los 70s, 80s, o 90s por ser chica, no me lo iba a impedir nadie. Ni hablar cuando me enamoré de la música de Frank Sinatra, seguramente me creían loca.

Me gusta ilustrar todo con ejemplos y creo que soy una mezcla de varios personajes ficcionales que tienen muchos puntos en comun. Soy una mezcla de Blair Waldorf, Kat Stratford, Cher Horowitz. De linaje independiente y fuerte con los objetivos claros y los tacos bien puestos. Solía sentirme muy representada con este tipo de personajes, incluso hoy en día. En parte creo que por eso, quien esté leyendo esto debe pensar que soy una "Spoiled Brat" sin problemas reales pero lo son para mí.



Amo el futbol con mi vida, la moda y las ciencias sociales. Quiero lograr todo lo que me propongo porque sé que estudiando y trabajando lo voy a lograr. Dedico mi vida tanto en la mañana como en la noche para estudiar y las tardes de mis días laborales correspondientes para trabajar de procuradora legal y lo hago feliz. Me comprometo y me dedico a lo que me apasiona porque así veo un progreso. Quiero cambiar lo que me indigna, mejorar lo que sé que hago bien o mal. Destino mis 24 horas del día a lograr mis miles de metas sin dejar de lado a los que quiero (es difícil pero lo logro).

Sin embargo a veces me siento encerrada, sin rumbo –aunque lo tenga-, ¿con falta de cariño? Veo a mis amigos por videollamada pero no es lo mismo, todo me remite a ese lugar, con esas personas, esa sensación hermosa de vivir con tranquilidad. Estando en contacto con la naturaleza, no encerrada en una oficina o en cuatro paredes que forman mi casa. El viento, la brisa que corre, el oleaje característico con su respectivo sonido que implora un sentimiento de extrañamiento. El lugar más lindo de San Isidro, lejos. Los mates compartidos y las charlas en ese lugar, tan sólo diez minutos ahí y no necesito nada más! Parece ser una crónica de mi inconsciente en épocas de pandemia, extrañando mis tiempos de adolescente cuando iba al río todos los viernes, pero es tan sólo un desglose de mi inconsciente!


Como decía el Dr. Carlos Salvador Bilardo, “Me olvidé de vivir, dediqué toda mi vida al fútbol” pero si bien para él tiene una connotación negativa sobre lo dicho, para mí es un impulso, un grito de aliento que me ayuda a seguir.

Próximos hitos a tratar (para el trabajo final con sus respectivas correcciones): recital Backstreet Boys, semana previa a la pandemia y el mismo día que Boca salió campeón de la Superliga (explicacion del porque es un momento bisagra para mi), porque y como hago lo que hago en materia académica, el viaje a Paris que quiero hacer desde que nací y nunca pude (todo de forma resumida)


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