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DEPORTE Y MASCULINIDAD VS FEMINISMO

¿Cuál fue el rol de la mujer en la historia del deporte? ¿Qué importancia tuvieron Las Leonas en nuestro país?

Las Leonas son la mayor voz de autoridad en el deporte argentino, se entiende que el fenómeno que tuvo el hockey femenino en nuestro país excedió lo meramente deportivo, en el plano de títulos palpables, ganaron una batalla contra el machismo que desafortunadamente sigue latente en el deporte femenino en su generalidad. Si bien históricamente fue un deporte elitista, se fue popularizando construyendo una trama social y cultural novedosa, incluso nunca antes vista. Su apogeo se dio durante la disputa por una medalla en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000 con el bautismo del apodo tan particular con el cual hoy conocemos a las Leonas quienes futbolizaron el hockey. Gracias a este antecedente, se visibilizó lo que antes era invisibilizado, el deporte amateur femenino, esta reconfiguración de las identidades junto a la noción de género y nacionalidad, así como la jerarquización de una disciplina asociada a una clase social específica desencadenó nuevas posibilidades para el rol de la mujer dentro del deporte, un lugar que antes no existía porque la mayoría de las disciplinas son amateurs y generaciones incluso jovenes no pudieron acceder a practicar un deporte con el mismo alcance que los varones cis, ahora comienza a tomar terreno. Alejadas de lograr una paga equitativa junto a sus pares varones cis, como en el caso de las slecciones de futbol estadounidenses, en 2016 hubo una demanda con el fin de lograr la igualdad salarial. Fue un 8 de Marzo de 2019 cuando no sólo una sino 28 futbolistas argentinas denunciaron y se hizo justicia, por lo menos, parcialmente respecto a las condiciones laborales, no en materia salarial.


¿Cómo afecta la masculinidad en el deporte?

Enmarcando mi análisis -de forma resumida- en un contexto de lucha de poder, violencia, identidad y cultura, la masculinidad propulsa discursos desiguales, violentos y excluyentes, así como selectivos. Particularmente en el rugby, el trabajo en equipo recae en una lógica de integración de un deber ser, que reprime social-cultural y económicamente a un sector de la sociedad. Los valores que debería recalcar el deporte se pierden en el prestigio que se debe tener para poder participar. Sin embargo esto se puede analizar desde varias aristas, la primera,desde la salud mental y la mentalidad de una masculinidad frágil toxica. Reprimir las emociones y temer la vulnerabilidad puede afectar gravemente la salud mental. Si los deportistas aprenden constantemente a evitar sus problemas sin procesarlos correctamente, su trauma personal puede conducir a la depresión y la ansiedad. Además, dado que no se reconoce un problema, no existe el deseo de buscar ayuda y el ciclo de mala salud mental continúa, se reprimen para pertenecer al círculo del rugby y todas sus cualidades “masculinas” generando violencia a su alrededor con el fin de mostrar un supuesto poderío, inexistente y que deberia ser condenado social y juridicamente. Estas luchas personales y crisis de salud mental tienen un impacto más amplio en la formación del ecosistema de la cultura deportiva que permite el comportamiento poco saludable transladado en las catastrofes que suceden en varias esferas de la vida, como por ejemplo el caso del asesinato por parte de rugbiers en Villa Gesell. Para combatir la masculinidad tóxica en los deportes, es necesario reformar toda su cultura, lo que puede comenzar con un entrenamiento positivo y responsabilizar a los atletas por sus acciones. Sin embargo, para que haya un cambio impactante, debemos mirar la raíz del problema, que va más allá de algunos deportes, ?que pasa cuando jugadores de fútbol como Sebastian Villa son aplaudidos en la cancha y escudados por los medios masivos de comunicación? ¿O cuando rugbiers de altos estratos sociales no son considerados criminales por pertenecer a una clase social específica y son “tan solo un error”?

El hecho de que se necesite un cambio sistémico no debería impedirnos intentar cambiar la narrativa a menor escala. Esto podría significar crear un espacio seguro para las personas que necesitan ayuda para abrirse, denunciar el lenguaje y el comportamiento inapropiados incluso con sus amigxs más cercanos y ser más conscientes de la presencia de masculinidad tóxica en nuestras comunidades en general. Con espantosa regularidad, este pecado más ignorado sigue resurgiendo en los deportes. Los hombres maltratan a las mujeres y en el deporte son premiados por las mismas personas que aplauden sus logros deportivos, se ignora. Eso conduce a una conmoción más temporal por parte de hombres indiferentes o no observadores y, a veces, a una ira fugaz. Para las mujeres, tanto cis como trans, no hay conmoción, solo una incomodidad duradera, un dolor que no se alivia. Soportan el desencadenamiento emocional habitual. El mundo de los deportes, a menudo es una ilustración caricaturesca de estereotipos de masculinidad frágil, que fomenta un ciclo interminable de violencia y represión. La confrontación es una necesidad del deporte, sin un reconocimiento sincero de la atmósfera y de la complicidad masculina para mantenerla. Nuestros deportes necesitan una versión más saludable de la masculinidad, y los hombres necesitan crearla.


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