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DOGMA FEDERALISTA EN EL MATADERO


- Somos los elegidos por Dios, la Iglesia nos ampara ante semejante deber que cambiará el rumbo de nuestro teritorio – expresó con temple y seguridad Serafina Ocampo, líder femenina de la Alianza Intelectual Federalista, aunque siempre acallada por sus pares dada su condicion genérica.

Éramos cuatro las personas que conformabamos esta alianza tan secreta y nuestro roles eran muy misteriosos. Salvador Magnone Blaquier, hijo mayor de Leticia y Estanlislao; Serafina Ocampo, recién llegada del barco tras un viaje a Suiza con su prometido. Laureleano Duhau, mi queridísimo esposo, amigo del líder del bando contrario, los intelectuales de la Generación del 37’ cuyas figuras de liderazgo están representadas en unos amigos que proviene de la Banda Oriental, los Señores Juan Bautista Alberdi y Esteban Etcheverria. Y finalmente yo, Isabel Leloir de Duhau, íntima amiga de Juana Arzuduy, quien me inspiró a crear este grupo académico con un próposito particular, establecer el federalismo de forma permanente en este territorio.

“Gobernar es poblar”- escucho de lejos al Sr Alberdi quien piensa en voz alta en una tertulia donde de nada se podía hablar, aunque de todo se puede debatir, excepto los libros prohibidos, los cuales leíamos a escondidas en un matadero a los alrededores del lugar.

Recién llegado del Uruguay, nos cuenta sus ideas extraordinarias con un tono de voz despanpanate que cambiaria el rumbo politico argentino. Una norma escrita, una especie de reglamento que organize y formalice la conducta irreverente de los ciudadanos.

-Una constitución! – exclamó efusivamente Salvador.

- Una carta magna que regule nuestros principios federalistas, que riga un gobierno y evite tantos enfrentamientos! – dijo Serafina con entusiasmo.

- Me parece una gran idea pero aportaria algo más. Necesitamos dividir el territorio y consigo los poderes que se concentran. Mantener la autonomía de las provincias delegando solo ciertas funciones al Estado central es el ideal a llegar.

-Tu punto de vista me parece un poco subversivo. Porque querrias dividir los poderes? Hay que limitar el poder pero no me gusta tu tono- le contesté a mi marido sin obtener respuesta alguna.

- Y una corte de Justicia. Para contrarrestar la rigidez de la constitución escrita, se requiere la acción judicial para que interprete dicha constitución y se puedan efectuar cambios necesarios – Salvador responde.

El temperamento fuerte, decidido e impetuoso de nuestra queridisma alianza donde contrastabamos iniciativas y debatiamos libros prohibidos tomaba lugar en un lugar no tan agradable a la vista. El punto de encuentro era un matadero horrendo con olores nauseabundos, después de concurrir a las tertulias ocasionales cerca del parque. De noche y con un ambiente tetrico, sin embargo nuestras ideas son claras y no nos da miedo lograr lo que nos proponemos, pero todo debe ser en secreto. Si bien vosotros somos federales, hacer politica es casi un crimen, si nos descubre probablemente nos perseguian por creer que somos del otro bando.

En las tertulias se suele hablar bajo un tono politicamente correcto, pero no era nuestro caso, por eso nos exiliabamos de estas en varias ocasiones. Los banquetes abundantes en carne, esos asados magistrales en un fogón en el cual se conversaba tras finalizar la ceremonia eran excepcionales. El baile, las guitarras que tocaban una canción partidaria de fondo y los vestidos de lana en forma de X de tonalidades grises, azules y verde oscuro cuadrillé abundan.

Nuestro estandarte rojo vivo traido de Francia deslumbra glamour. Portar como estandarte semejantes colores, esta divisa rojo punzo es digno de orgullo. La leyenda que la acompaña deja un mensaje claro y terminante: “Federación o Muerte.Mueran salvajes unitarios”

Todo marchaba como lo planeado, simples reuniones en un recoveco del matadero y un plan preparado para ser lanzado a nuestros pares federales, pero una noche escuchamos el ruido de cuchillos caerse. Eramos sólo nosotros cuatro en las altras horas de la noche, no debia haber nadie. O al menos eso creiamos. Es un dia no laboral. Sabiamos que el clima por fuera de nuestro círculo era muy polarizado, no se permiten ciertas ideas y la violencia arrasa, por eso temiamos por nuestras vidas.

- Maldigo a estos unitarios que sólo quieren destruir la ciudadania que estamos conformando –expresó con indignación Laureleano.

- No puede ser posible que haya alguien aquí, no hay carne de res en ninguna parte, alguien nos está siguiendo

- Serafina tiene razón, nosotros proveemos cincuenta novillos gordos para ayudar a aliviar la falta de res en la ciudad, no es posible que haya gente trabajando un día como hoy – pronunció Salvador en dialogo con Serafina y Laureleano.

- Además alimentan a los que deben alimentar, a los de nuestro bando. Es más que suficiente, no veo razón alguna por la que se encuentre gente en este lugar tan desagradable –concluí

Salen dos unitarios envueltos con sus colores celestes y cuchillos en mano gritando desaforadamente:

- POR CULPA DE SUS INTERESES PRIVADOS, DISFRUTAN LA MAYORÍA DE LA CARNE QUE HAY, MIENTRAS QUE LOS POBRES DE LA CIUDAD PELEAN ENTRE SÍ POR UN TROZO DE CARNE QUE LOS CARNICEROS DEL MATADERO OLVIDAN.

De un lance se disparan 5 cuchillos. Uno a cada uno de nosotros. Hiriendonos y llevandonos a la muerte. A todos menos a mi y al manuscrito de constitucion que habiamos trabajado tanto. Cinco cuchillos y 3 muertos. Me levanté y corrí lo más que pude, pero no era necesario, detrás de mí estaba Matasiete, el desgollador de unitarios, aquel que con una mirada liquidaba cientos de subversivos. Sin pronunciar una palabra hizo lo que debia hacer mientras yo corria hacia el juez, amigo de el Restaurador para llevarle una copia de nuestra constitución y que no se pierda tanto esfuerzo en vano.

La última imagen que tuve de la alianza fue el infierno de verlos morir, esa sangre roja punzó que se derramaban por los pasillos del matadero. Sin embargo tenia esperanza, de que esa sangre sea un símbolo de la muerte de un viejo régimen a uno nuevo. De sangre roja punzó y federal, con normas escritas y un proyecto de país que no llegué a vivir pero que ansío que mi gran amigo el juez y Juan Bautista Alberdi concreten pronto.

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