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"Los clubes argentinos de fútbol (1era división) disfrazados de fundaciones sin fines de lucro"

Tras el anuncio de nuevos capitales que inundan a los 5 clubes "grandes" de Argentina - dado que en términos identitarios no existen clubes chicos- estructuralmente hablando, las grandes instituciones deportivas desencadenaron nuevas problemáticas a nivel socio-económico. Su pérdida de identidad acarreó una nula inversión en el fútbol femenino, la merma de los valores populares y una nueva visión de fútbol industrializado, pintado con tintes nocivos que aterrorizan a la identidad de cada club que antes era de barrio.

Remitiéndose a los inicios de cada institución, su objetivo primordial fue la integración social acarreada de la necesidad social de incluir a sectores marginados. Biográficamente hablando, estas asociaciones comenzaron sus orígenes con el propósito de incluir, no excluir. Entendiendo a la cultura como un todo abarcable y distinguible de la alta cultura, esta construcción simbólica conlleva un proceso de producción significante, en el cual se hace especial énfasis en el poder como movilizador de las relaciones sociales. Gracias a la globalización la defensa al deporte y a sus valores primitivos se pueden seguir propulsando, pero ¿a qué costo? La interpenetración de lo local con lo global produce y reproduce una cultura homogénea movilizada por relaciones de poder dentro del consejo directivo/administrativo de esta asociación con fines de lucro, razón por la cual se disfrazan de fundaciones, ya que todos producen un producto y servicio en la era del futbol industrializado y contiene una dimensión cultural.

Desafortunadamente, con esta homogeneidad, las diferencias se excluyen en vez de consolidarlas/ apropiarlas y que formen parte de la identidad de los clubes. Indirectamente, se sigue remitiendo a las concepciones antiguas del pensamiento francés y anglosajón sobre la civilización y la barbarie (se da en los clásicos como Boca vs River) donde lo plebeyo es caos y lo noble es una supuesta armonía, inexistente en la realidad y completamente utópica.

Por lo cual, la pregunta sobre ¿qué pasa con la construcción identitaria de los clubes? se vuelve objeto de estudio bajo cualquier matriz.¿Dónde está el principio de distinción y esa red de pertenencia característica de cada institución? Aquella narrativa biográfica o memoria colectiva se difumino con el paso de las generaciones. La movilidad social y el reconocimiento de los sectores marginados, como es el caso del fútbol femnino, antes sin lugar de discusión, hoy con una conversación ya empezada. Los clubes no se autoreconocen, consecuencia del empresariado que detenta el poder (léase, la presidencia de los clubes, no el capital en sí) que inhibe la posibilidad de ser, el deber ser, se heteroreconoce justamente por su relación con el otro socialmente, en un vínculo de carácter intersubjetivo y relacional.

La postura del empresariado apropiándose de los clubes como empresas, no debe ser demonizada, por el contrario, sería un error pensar que instituciones enormes funcionaran como una fundación sin fines de lucro, porque actualmente no lo hacen, muchas son sociedades anónimas, noción económica vulgarmente errada, ya que se entiende como la actividad mercantil con ánimo de lucro para su supervivencia. Mantienen en pie la misión de seguir propagando el deporte tanto profesional como amateur -es el caso de los sponsors promoviendo jugadoras, sin capital, hoy no podría existir la liga argentina de fútbol femenino- pero está en mano de los hinchas, y las personas que detentan el poder, mantener el capital humano, identitario y de pertenencia con el arraigo de barrio, vivo.


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